12 feb 2009

LOS GUARDIANES DE LA VIDA

Sólo un exabrupto, una muestra de desprecio. Contra los que acusan a un padre de asesinar a su hija. Contra los que, con su intolerancia, prolongan agonías, causan dolor físico y psíquico.
Los enemigos de la ciencia, que no dudan en servirse de ella para prolongar un estado vegetativo durante 17 años.

Nadie nos puede librar de ellos. Un día, si nos encontramos atrapados en nuestro cuerpo, o nuestro único contacto con la vida es el dolor, estos, los piadosos, que no se apiadan de nadie, podrían decidir que nuestro dolor es necesario, que Dios lo quiere así. Porque ellos lo dicen. Aunque, al parecer, Dios no quería que Juan Pablo II las pasara canutas, porque a este bien que le atiborraron de sustancias que acortan la vida, cuando le tocó.

Podrían llamar asesinos a los que nos quieren. A los únicos que tratarían de evitar nuestro padecimiento. Los que lo han sufrido dicen que la muerte de un hijo nunca se supera, que está contra el estado natural de las cosas sobrevivir a tu descendiente. ¿Qué le pasará por las tripas a alguien que no sólo tiene que decidir la muerte de la persona más importante en su vida sino que además tiene que luchar contra todo un entramado de hipócritas políticuchos y meapilas?

"La joven Eulana" ya no era tan joven, 17 años de su vida estuvo postrada en la cama de un hospital. "La joven Eulana" ya no era la chica guapa de la fotografía. Su padre, porque lo era, no difundió las fotos de una señora que pesaba 40 kilos y tenía el cuerpo lleno de yagas, de un ser alimentado artificilamente y que, día a día, se consumía.

Este señor no pudo pasar ese trance en la privacidad lógica. Se tuvo que convertir en un héroe a su pesar. Tuvo que luchar para que su hija pudiera morir con dignidad. Cuando lo consiguió, cuando la justicia de un país como Italia, que tiene al estado totalitario del Vaticano incrustado, le dio la razón. Entonces, cuando la batalla estaba ganada, le tocó enfrentarse al poder. Un gobernante obsceno, un señor al que no le tiembla el pulso para perseguir a gitanos e inmigrantes. Un propagador del dolor, se erigió en paladín de la vida. Alguna encuesta, algún cálculo político le dijo que le venía bien. Que así tendría a la poderosa casta de curillas vaticanos todavía más entregados a su causa. Y ahí se lanzó 'Il Cavalieri' Berlusconi a por su presa.

Pero no lo consiguieron y ahora Eulana descansa en paz. La ira de los que no están acostumbrados a perder puede ser terrible. Quieren autopsias, dicen que se ha asesinado a una pobre chica. Son capaces de encerrar al padre. Ya lo han vapuleado públicamente a través de las televisiones y los periódicos que ellos controlan. Ya recibe cartas con amenazas de muerte. A buen seguro, a él ya le da igual, su hija ha dejado de sufrir y esos hijos de puta no le pueden hacer más daño.

En España, en Madrid, los Pro-Vida mientras la vida este llena de dolor y de culpa, pusieron la venda antes de la herida. Intentaron desprestigiar a los profesionales de un hospital. Les lincharon. Ahora, lo sé de primera mano (tengo una prima oncóloga en un hospital madrileño), los médicos se lo piensan dos veces antes de sedar. Antes de evirtar el sufrimiento a los terminales, a los que no pueden esperar ya de la vida sino un final menos terrible.

¿Cuando nos quitaremos de encima a toda esta gente que manipula el dolor de los demás, que habla en nombre de un ser superior cuya existencia no pueden demostrar y que tratan de obligarnos a todos a seguir sus estupidas ordenanzas? ¿Cuándo?

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