14 mar 2008

De la reconstrucción de la izquierda

[…]Si el proyecto fuera irrealizable, lo será en todo caso en atención a la necesidad de sumisión a las ideas dominantes en la imperante ideología del Progreso acerca de lo que sea realista y lo que no; pero la sumisión a la ideología de la Realidad no debería ser lo mismo que la sumisión a la Realidad […] (“Manifiesto de la CAZ” La banda de Moebius, Agustín García Calvo.)

Este es el problema de la izquierda realmente existente en España, una izquierda que hace ya 22 años se agrupó bajo el nombre de Izquierda Unida y que progresivamente ha ido asumiendo la ideología de la Realidad. Desde la salida de Julio Anguita de la dirección de la coalición esta ha desmontado las bases ideológicas de su programa político, se ha alejado de los movimientos sociales, se ha burocratizado y ha intentado competir en la batalla del marketing político centrando su discurso en el simbolismo de los colores, asumiendo (menos que el resto, dicho sea de paso) una simplificación del discurso político que apela más a los sentimientos que a la razón, renunciando a ser una fuerza realmente transformadora de la realidad para buscar acomodo en una realidad adversa.
No pretendo ser injusto, durante los últimos cuatro años el papel de I.U. ha sido positivo, de su presión viene lo mejor de las políticas del gobierno. Pero se ha acabado pareciendo demasiado a un PSOE “sin corbata”.
La izquierda, si pretende ser tal no debe perder de vista la realidad, debe estar presente en la realidad en sentido literal, pero no puede sucumbir a la ideología de la realidad. La que da por finalizada la historia y la que quiere dar por finalizado el proyecto de I.U. Ya sé que lo han dicho muchos otros, antes y mejor que yo, pero el proyecto de I.U. sigue siendo posible y más imprescindible que necesario.
Pero debe ser un proyecto de unidad (entérense unos y otros) apegado a la gente y a sus necesidades, a los barrios, al “tajo” y a los trabajadores de todo tipo. Un proyecto que no confunda la política con los partidos. Un proyecto radical, sin miedo a construir alternativas y realidades paralelas a las que ofrece el capitalismo.
Pero, ¡ay!, el movimiento se demuestra andando, y me temo que es el momento de pasar de las palabras a los hechos (y tanto mejor si las palabras y los hechos vienen a confundirse).


Raúl Travé Molero

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