6 nov 2010

Manifiesto de estudiantes franceses

A los trabajadores, parados y precarios de los países de la Unión Europea


Manifiesto de la asamblea general de los estudiantes de Rennes 2 al movimiento de parados y precarios y a la Asamblea General Interprofesional de Rennes 2, el 25 de octubre de 2010.

Somos precarios, trabajadores, estudiantes o parados involucrados actualmente en la lucha contra la reforma de las jubilaciones del gobierno de Sarkozy, que prevé el aumento de la edad legal para acogerse a la jubilación y el aumento de los años de cotizaciones para poder lograrla. Esta medida que conllevará la degradación de las condiciones de vida de los sectores “precarizados” y una notable progresión de las lógicas de capitalización, se sitúa en la línea política de la derecha thatcheriana que desde hace cuatro años llevan a cabo el gobierno de Sarkozy y también la mayoría de los países europeos durante los veinte años de reinado de la ortodoxia neoliberal. Esta política de regresión social (privatizaciones, congelación de salarios, recortes de la función pública y de los presupuestos sociales), hace sentir sus efectos tanto más duramente que la recesión de 2008-2009 (y su cortejo de despidos masivos) que muy lejos de revisar los dogmas liberales ha permitido justificar una nueva escalada de planes rigurosos en detrimento de las clases populares.
En muchos países, como en Grecia e Inglaterra, ya no hay ningún miedo a anunciar brutales deducciones de los salarios y las pensiones mientras se salva a los bancos con cientos de miles de millones. En todas partes se multiplican las medidas que favorecen a la burguesía: “escudos fiscales”, contratos “ultraprecarios” exonerados de impuestos e incluso mano de obra gratuita, facilidades para el despido, restricción del derecho de huelga y criminalización de los movimientos sociales. En todas partes se intenta desviar la ira popular hacia algún chivo expiatorio; los gitanos, los árabes, los “parados recalcitrantes” pueden ser los culpables perfectos. En todas partes esta Europa construida sobre el mito del progreso social y cultural continuo y garantizado por las instituciones, está volviendo a crear el proletariado indeseable que creía haber integrado. La paz entre los Estados europeos tiene el doble recurso de exportar los conflictos derivados de la sobreexplotación fuera del continente y la cooperación de todos los petimetres de la economía europea contra todo lo que contravenga sus leyes, la resistencia popular o los regímenes de protección social. Al mismo tiempo que se arman barricadas contra los inmigrantes se sigue importando mano de obra cuya función será realizar lo que los “europeos de pura cepa” no quieren hacer y se exportan las industrias que podrían explotar a menor precio a la otra parte de esta mano de obra designada como residencia de las multinacionales de la Europa-fortaleza.
Como respuesta a esta desesperante situación, los acontecimientos de la primavera pasada en Grecia han abierto una contraofensiva a escala europea. Pero la estrategia más que timorata de las centrales sindicales y el freno a la rebelión provocada por el drama del banco Marfin’s han pospuesto hasta ahora la reinstalación de una conflictividad abierta. Nosotros y otros subordinados de Entreprise-France (movimiento previo contra otra “reforma” de las jubilaciones) estamos desde 2003 en la línea de esa estrategia dirigida al fracaso de las “jornadas de acción” puntuales y espaciadas en el tiempo. Luego de un mes de conflicto las bases de las centrales sindicales ahora han adquirido la idea de una huelga prorrogable y generalizada. Según una encuesta reciente la mayor parte de la población desea una “radicalización” del movimiento frente a un gobierno inflexible. Todos recordamos el movimiento de los estudiantes y profesores, parcialmente victorioso, de la primavera de 2006 denominado “el anti-CPE”, que impuso junto a la huelga y las manifestaciones la forma de lucha del bloqueo económico. En la mayoría de las grandes ciudades, mientras los universitarios en huelga estuvieron bloqueados y ocupados durante varias semanas, mientras las manifestaciones masivas acababan por lo regular en enfrentamientos, los huelguistas recurrieron al boqueo de los principales cruces de carreteras, de los centros comerciales, estaciones y aeropuertos e incluso de los grandes centros de correos y las terminales de autobuses. Finalmente el MEDEF solicitó a otro gobierno “inflexible” que demostrase una mayor flexibilidad capaz de restablecer la actividad económica normal. El CPE se retiró (pero no la ley de la que formaba parte).
Ahora no es una casualidad que las audaces apuestas del movimiento de 2006 aparezcan como el abecé de las tendencias más activas en la lucha contra el actual proyecto gubernamental. En Rennes los centros comerciales son un objetivo en todas las manifestaciones. Las huelgas más resueltas afectan especialmente a las refinerías y a los depósitos de petróleo; auténtica vanguardia del movimiento, los huelguistas marselleses paralizan el puerto e imprimen a su ciudad el pulso del movimiento. También los ferroviarios están en primera línea y los camioneros se han unido al movimiento. Sabemos que cuanta más confianza tomemos en nuestras propias fuerzas, más comunicativa será nuestra optimista determinación. La imagen de los piquetes volantes de Barcelona que obligaban a cerrar todos los comercios el día de la huelga general el pasado mes de septiembre, sin duda han tenido repercusión en la voluntad de sistematizar esas prácticas. Sabemos que solamente puede asegurarnos la victoria la capacidad de contrarrestar la actual estrategia gubernamental de pudrición e intimidación que se traduce especialmente en el creciente recurso a la violencia policial: varios jóvenes manifestantes gravemente heridos, cientos de detenidos y condenas delirantes (por ejemplo prisión incondicional por el incendio de un contenedor), una costumbre que se ha convertido en normal son los golpes y el uso de gas para desbloquear el tránsito. Esta violencia va acompañada de un pisoteo del derecho de huelga (requerimientos a los obreros de la industria petroquímica con la amenaza de graves condenas en caso de que se nieguen).
Creemos que ha llegado el momento de recurrir masivamente al arma del bloqueo económico. Por ese medio los desocupados y precarios que no tienen acceso a un lugar de trabajo estable pueden participar en la presión de los huelguistas “tradicionales” sobre los dividendos de la patronal. El bloqueo económico, como táctica de endurecimiento de la huelga, sin embargo es accesible para todos. Si la huelga (de los trabajadores, de los estudiantes, de los profesores, la “huelga” forzosa de los parados y precarios) libera el tiempo y la atención de la subordinación a los circuitos económicos, el bloqueo económico permite emplear plenamente ese tiempo liberado a la perturbación de esos mismo circuitos conducidos por los poderes que combatimos, seguramente inquietándolos mucho más que con las pacíficas manifestaciones que no les ocasionan ni el más mínimo perjuicio (mencionemos por ejemplo el excelente negocio de la comida rápida durante las “jornadas de acción”). Así, el bloqueo económico permite, en una economía integrada y diseminada en sus flujos de capital, de mercaderías y de información, generalizar los impactos ocasionados por una huelga limitada únicamente a algunos sectores. También puede facilitar los encuentros entre huelguistas que acuden a bloquear un sitio y los trabajadores de ese mismo lugar, incentivados de ese modo a unirse al movimiento. La propia huelga se puede plantear como un arma de bloqueo económico que permite al movimiento mantenerse sin que se convierta en una huelga prorrogada ilimitadamente difícilmente sostenible por los trabajadores: huelgas intermitentes, huelgas escalonadas, huelgas que paralizan determinados sectores o lugares “claves” que los demás puedan apoyar económicamente.
La victoria, aunque fuera simbólica y parcial de este movimiento, sólo puede proceder de ahí: que cada colectivo de lucha, cada sindicato local, cada grupo formal o informal de militantes, de amigos, de colegas, de familiares, al mismo tiempo que trata de coordinarse con los demás, se constituya en su propio piquete volante. Todas estas formas de disponibilidad para luchar serían compatibles con momentos de desaceleración en los que podríamos disponer de tiempo de organizarnos materialmente, de compartir las ideas, de comer, de canciones y experiencias… En este momento en que el gobierno no duda en recurrir a la policía o a las amenazas de prisión para desarmar a los piquetes y forzar el regreso al trabajo, disponer de la mayor movilidad posible, ser capaces de reunirnos lo más rápidamente posible en un punto determinado para formar una masa imposible de desalojar o distribuirnos para bloquear la metrópolis en diez puntos al mismo tiempo, nos parece la única manera verdaderamente coherente de “movilizarnos”, retomando la fórmula sindical, la mejor utilización posible del tiempo que deja libre la huelga.
A medida que nos aproximamos paso a paso a una escasez de combustible, la cuestión de los objetivos prioritarios del bloqueo parece ya resuelta: refinerías, depósitos petroleros, ejes de transporte de toda clase, centros comerciales, plataformas de distribución… Destaquemos también el interés de los bloqueos que contribuyen a que este asunto salga del gueto nacional. Pensemos por ejemplo en el turismo, que constituye uno de los principales “pulmones” económicos de nuestro continente-museo: grandes hoteles y restaurantes, grandes espectáculos, consumo de lujo… Soñemos también con el interés de alentar a ciertos medios a “desbloquear” la información y dar la palabra a los que están institucionalmente privados. Pensemos también en los “barrios de negocios” de nuestras provincias que podrían difundir a los cuatro vientos la mala reputación de sus provincias mal colonizadas…
Ferroviarios belgas, siderúrgicos castellanos, portuarios marselleses, intermediarios griegos, interinos, precarios e indeseables de todas partes, vuestra lucha es la nuestra. En todas partes debemos responder de forma solidaria y coordinada a cada ataque de cualquiera de nuestros oligarcas nacionales más o menos cómplices de los comisarios y de los banqueros europeos.
Para detener las contrarreformas y los planes rigurosos, por la mejora de nuestras condiciones de vida, por una política de apertura y solidaridad con relación a los emigrantes y proletarios de todos los países, organicemos en todas partes comités de lucha, asambleas generales interprofesionales, brigadas de piquetes volantes coordinados paso a paso más allá de las fronteras. Bloqueemos la Europa del capital, desbloqueemos la Europa-fortaleza, librémonos de los Sarkozy, Merkel, Barroso ¡y Berlusconi! Huelga general indefinida! ¡Bloqueo económico!

Traducido para Rebelión por Susana Merino y revisado por Caty R.
(Tomado de kaosenlared.net)

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