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29 jul 2010

...HASTA LA REFORMA FINAL


Desde que comenzó la penúltima ofensiva neoliberal que usó a Grecia como cabeza de turco (“ojo –dijo la oligarquía financiera- esto os puede pasar a todos”), el PSOE ha dado una lección de doblez política. Su discurso no ha dejado de ser social, de usar los derechos sociales y de los más débiles como coartada, pero sus acciones –las medidas socioeconómicas que dibujan un futuro gris y de sometimiento a los empresarios y los poderes económicos- han recibido el beneplácito del FMI (cabeza más identificable de la oligarquía financiera) y han merecido más de una palmadita en la espalda de nuestro presidente que como sus antecesores empieza a sentirse reconocido como estadista internacional.

A pesar de esto aún escucho demasiado a menudo, entre militantes y votantes del PSOE las consignas oficiales, usadas como un mantra, o el socorrido “no le queda más remedio”. Esta expresión es la que realmente me preocupa, si no le queda más remedio es que hemos admitido que vivimos bajo la dictadura de los mercados y en lugar de mostrar rechazo, rebeldía o al menos enfado, en vez de pensar en el modo de desembarazarnos de semejante ataque a nuestra democracia, ¿lo aceptamos?

Esta forma de actuar de Zapatero y el PSOE demuestra lo que muchos ya sabéis, que nunca fueron de izquierdas, de serlo hubiesen actuado como si hubiese miles de alternativas (esa es la lucha contra el pensamiento único) o ante la imposibilidad de hacerlo hubiesen hablado con claridad al país y hubiesen dimitido.

De hacer caso a El País –que siempre está dispuesto a echar una mano progresista- tenemos que creer que “El PSOE dificulta las causas del despido en el último momento”. La aprobación parlamentaria de la reforma laboral ha dejado un texto (aún empeorable en el senado) realmente espeluznante, el despido objetivo podrá justificarse "en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos, que puedan afectar a su viabilidad o a su capacidad de mantener el volumen de empleo". Una empresa con beneficios podrá acogerse al despido de veinte días, con ocho pagados por el estado, es decir, con un costo para la empresa de doce días (los mismos que para los contratos temporales). Y debemos agradecer que esta redacción final sea mucho más progresista que la anterior que contemplaba que “las empresas pudieran rescindir los contratos no solo cuando tuvieran pérdidas, sino cuando cayeran sus ganancias o tuvieran "falta persistente" de liquidez”. Pero no debemos agradecérselo al PSOE, sino al PNV, que hace tiempo que está a la izquierda del PSOE, con quien se ha pactado esta enmienda para asegurar su abstención.

Desgraciadamente esta es sólo la más llamativa de las medidas de reforma del mercado laboral, lo realmente preocupante son las facilidades que los empresarios tendrán para desvincularse de los convenios colectivos y la perdida de efectividad de esta figura ya de por sí poco eficaz para asegurar los derechos laborales.

La utopía neoliberal está un poco más cerca. El paro es el “coco” que a todos asusta, las hipotecas la mordaza y las cadenas. Todos seremos libres para negociar individualmente nuestros contratos, nos comportaremos como buenos chicos para ser clase media endeudada, suficientemente asfixiados como para no protestar por injusticias cercanas o lejanas. Le agradeceremos al patrón su generosidad y seremos buenos demócratas votando una vez a A y otra a A´.

Vosotros veréis que hacéis el 29 de septiembre…

12 may 2010

¿El fin de la ingenuidad o el fin de la democracia?


Tal vez sea cierto que Zapatero es el último socialdemócrata del PSOE. Al menos pudo ser así hasta la mañana del 12 de Mayo de 2010. Por supuesto, se trataba de un socialdemócrata liberal y un tanto ingenuo, fiel devoto de los dioses del mercado pero confiado en los márgenes de acción política de la democracia capitalista.

Las charlas con sus homólogos europeos y la definitiva llamada telefónica de su “admirado” Obama (“al teléfono el espíritu del capitalismo”, debió decirle su secretaria a Zapatero) parece que le han hecho entrar en razón. Tal vez aún creyese que la política se hacía para el pueblo, pero le han debido aclarar para quien trabajan, para eso que llaman los mercados y que siguiendo a Eric Toussaint no son otra cosa que:
“los principales dirigentes de las 200 multinacionales más grandes que dominan la economía mundial con la ayuda del G7 y de instituciones tales como el FMI. También actúan el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio”.

Aclarado esto, no deberíamos hablar de las señales de los mercados, si no de las exigencias de la oligarquía financiera mundial.
Una oligarquía financiera, sobre la que se sustenta el sistema económico mundial y todas sus injusticias, que no sólo es culpable de la crisis económica, sino que ha recibido ayudas multimillonarias de todos los estados industrializados (no olvidemos las ayudas que deberían haber animado el crédito y que nunca llegaron a la pequeña y mediana empresa) para evitar que su hundimiento fuese el hundimiento del sistema económico y que ahora pone ese dinero (prestado con un tipo de interés inferior a la inflación) en operaciones especulativas contra el euro y las economías periféricas de la Unión Europea. Sirva un dato para hacernos una ligera idea de las dimensiones de la especulación financiera:
“Cada día circulan en el mundo 3 billones de dólares saltándose las fronteras. Sólo menos del 2 % de esta suma se utiliza directamente en el comercio mundial o en inversiones productivas. Más del 98 % restante se dedica a operaciones especulativas, en especial sobre las monedas, los títulos de la deuda o las materias primas.”

Después de haber castigado a Grecia, el eslabón más débil de la cadena, el efecto disciplinario ha sido casi inmediato. El fin de fiesta del estado del bienestar llega a Europa en forma de un control presupuestario, que en España (donde el estado del bienestar nunca pasó de ser un proyecto) toma forma con el mazazo de la bajada y congelación salarial a los empleados públicos (un 5% de media); La congelación de las pensiones (excluyendo las esqueléticas no contributivas); El fin del carácter retroactivo de las ayudas a la dependencia; El recorte en el gasto farmacéutico (que junto a la gestión privada del servicio público puede ser la antesala del copago); La suspensión del llamado cheque bebe (medida social estrella de Zapatero como lo fue la desgravación de 400 euros); El fin de las jubilaciones parciales y anticipadas (acabando con el único colchón a las traumáticas regulaciones de empleo y cerrando aún más la puerta al empleo joven que se sigue precarizando); Y recortes en inversiones públicas y fondos al desarrollo (hasta ahora únicas políticas económicas de cierto carácter socialdemócrata).

Sin huir de las lógicas capitalistas, estas medidas pueden contentar a “los mercados”, evitar un ataque especulativo y que los intereses de nuestra deuda se disparen, pero cualquier ciudadano puede intuir que precisamente para la economía española serán un lastre social, con las exportaciones paralizadas, el turismo extranjero en descenso y el consumo interno constreñido, el paro, principal problema nacional, seguirá creciendo sin remedio.

Al parecer Zapatero y su gobierno sólo tenían dos opciones adoptar este tipo de medidas por su propia iniciativa o coaccionados por las amenazas de la oligarquía financiera mundial. En cualquier caso resulta evidente la transferencia de la soberanía nacional, no ya hacia una institución supranacional como la Unión Europea (susceptible, al menos, de ser democratizada), sino hacia la oligarquía financiera mundial. He escuchado a políticos y periodistas hablar de una situación de “protectorado económico”, pero no lo hacían escandalizados ante lo que representa el acta de defunción de la democracia sino ante la lentitud o improvisación de Zapatero que ha debido ser el último en enterarse de que si no actuaba por su propia iniciativa lo harían actuar de todos modos.

La aceptación fatalista tanto de estas medidas concretas como de este orden político/económico, no es más que la gran demostración del triunfo de la hegemonía capitalista, pero es un triunfo que muestra claramente que otro mundo no sólo es posible, sino urgentemente necesario so pena de quedar a merced de una oligarquía financiera para quien las personas no son más que anotaciones contables.

De nuevo Eric Toussaint nos pone en la pista de las medidas a emprender y colocar en un horizonte de luchas:
“Se necesita crear una nueva disciplina financiera, expropiar a este sector y ponerlo bajo el control social, gravar con fuertes impuestos a los inversores institucionales que primero provocaron la crisis y después se aprovecharon de ella, auditar y anular las deudas públicas ilegítimas, instaurar una reforma fiscal redistributiva, reducir radicalmente el tiempo de trabajo con el fin de poder contratar masivamente, pero sin disminuir los salarios, etc. En dos palabras, comenzar a poner en marcha un programa anticapitalista.”

11 feb 2010

La disciplina del nuevo capitalismo


Corren días inciertos para la economía de la Unión Europea. Los países bálticos se desangran, después de una fulgurante carrera de privatizaciones y un espectacular crecimiento macroeconómico, las prácticas especulativas tocaron techo más o menos al mismo tiempo que en el resto del mundo y las cifras empezaron a caer en picado, eso sí, si el crecimiento apenas repercutió en la gente de a pie, las medidas de reajuste frente a la caída la atacan directamente. Grecia es harina de otro costal, es miembro de la Unión Europea desde 1981 y forma parte de la llamada eurozona, las agencias internacionales de evaluación de deuda (las mismas que dijeron que las hipotecas basura eran un negocio seguro), entidades privadas que pueden poner en la picota a economías semiperiféricas como la griega o la española (por más que nos creyéramos lo de ser la octava potencia mundial), bajaron la calificación de su deuda a BBB+ (esto quiere decir que cuando Grecia saca bonos de deuda al mercado internacional de capitales tiene que ofrecer un interés mucho más alto que cualquier otro país europeo, intereses a los que en realidad no podrá hacer frente con su ritmo de crecimiento, so pena de quedarse sin financiación). Resultado, en uno de los países con un mayor movimiento de izquierdas, capacidad de movilización e históricamente más refractario a las reformas neoliberales, la Unión Europea toma las riendas de la economía, algo que a nadie le parece una atentado contra la democracia pues hace tiempo que se asumió la “despolitización” de la economía, y anunciando que no será menos estricto de lo que lo sería el FMI empieza exigiendo la drástica reducción del déficit público, para empezar de más del 12% al 8% en un año, los recorte salariales y de políticas públicas ya están en marcha auspiciados por el socialdemócrata Papandreu.
Y pareciera que estas medidas “de excepción” son un modo de disciplinar a economías como la española y la portuguesa, el aviso ha sido claro y directo a la línea de flotación de la economía financiera (o tal vez de ficción) española, hace unos meses una de las agencias de evaluación de deuda nos bajó la calificación, fue el primer toque de atención, durante la semana pasada los rumores sobre la deuda española hicieron que se disparasen sus intereses y la bolsa tocase fondo, un ataque menos simbólico que el infringido colocando a Zapatero junto a Grecia y Letonia en Davos. Un mensaje casi amenazante de cara a la reconfiguración de la división internacional del trabajo (que es en lo que quedará esa famosa refundación del capitalismo). Para confirmar esto llegaron el premio nobel de economía Paul Krugman, el comisario Almunia (¿será esta su venganza? ¿o es sólo una pieza más del puzzle?) o el economista jefe del FMI Olivier Blanchard anunciando que para recuperar competitividad tendríamos que bajar los salarios, recortar el gasto público y reducir las “rigideces” no salariales de nuestra economía. La apresurada respuesta del gobierno español a estos mensajes no necesita comentarios y muestra la eficacia de la violencia real y simbólica que el capitalismo internacional ejerce.
¿A dónde nos lleva esto? Desde luego es cierto que nuestra situación no es comparable con la de Grecia, por eso nuestra economía no está directamente intervenida, la presión y el control indirecto de los organismos que representan los intereses de los grandes capitales es suficiente, pero con la que nos puede caer, me gustaría contar con la capacidad de movilización y lucha de los movimientos políticos griegos.

P.S. Ayer la actualidad nos regaló un triste ejemplo de cómo la historia se repite y donde hubo tragedia pone comedia (no menos trágica, la verdad), Letonia en su aún alocada carrera privatizadora sacó a subasta un lote que venía a significar la venta de un pueblo abandonado que no hace tanto fue una base de radares, primero soviética y luego rusa, en un país donde muchos rusohablantes no tienen la nacionalidad por negarse a hacer un examen de historia y lengua letona y viven en un limbo legal, sabéis quien ha comprado el pueblo… Pues sí, efectivamente, una empresa Rusa. La otra cara de esta historia es Cuba, allí, al sur de La Habana existía una ciudad parecida a la letona, una antigua base de radares soviéticos que el gobierno de Putin decidió desmantelar y que el socialismo cubano contraviniendo las más elementales normas económicas y humanitarias no sólo no sacó a la venta al mejor postor, sino que la transformó en una gran Universidad de Ciencias Informáticas.
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