Los interventores para ser plenos en los ayuntamientos
deben poseer la prudencia burocrática de la caja china de John
Searle, en caso contrario lo que procede impropere -dijo Juan
enérgicamente-. ¿Alguien se ha preguntado que cuando los medios de
comunicación comunican que las cifras del desempleo cuantificadas en
el Servicio Regional de Formación y Empleo; ello puede deberse a que
mediante la desesperanza, los parados no sellan el paro? -dijo
Ginés-.
Juan no quiso sacar la conversación de su objeto
principal y sin hacer mucho caso dijo: Los interventores del
ayuntamiento hierran en el uso de la real lengua española porque
académicamente no se entiende debido a la real ordenanza de meter
las tarjetas en los cajones, los del fecundo alcalde; el que adjunta
informe de pérdidas que no existen.
El interventor aplica el reglamento con fecha adjunta
entendida como ruego y como aquí al que no le interesa públicamente
no le afecta, pues no se molesta en abrir los cajones de los
concejales. ¿Y por qué no lo hace? -preguntó Nerea intrigada-,
porque se saltan la ley con pacífica argumentación. Las
reclamaciones son escritos que aluden a artículos de Fuente Álamo
para poder ser vistos por Publicidad. Y el interventor no es
consciente de las obligaciones de pago. Porque no sabe que existen
las facturas en los cajones.
Ginés tomó la palabra y dijo que el grupo municipal en
crisis va a organizar las jornadas de pago proveedores, las de la
fiscalidad; la gente no va ha ir porque previamente se he ha avisado
que vienen después de las fiestas, las postreras al verano ¿y qué
sucede con las formales reclamaciones? -increpó David-. David, todos
sabemos que los escritos de las reclamaciones son
silencio-administrativos, respondió Nerea a quien se le comenzaba a
dilatar las vena aorta.
¿Y la ilegalidad del campo del campo de golf donde
está? -preguntó Ginés-. Pues evidentemente en el de construye el
paso de lo jurídico a lo político -exclamó Nerea agitando los
brazos!. Juan tomó la palabra y discurrió del siguiente modo:
¡Vamos a ver, dijo el de la compañía de Lázaro: El ayuntamiento
es una familia que expresa sus lazos de parentesco de acuerdo a las
costumbres propias del siglo XIX y si han permanecido unidos durante
tanto tiempo a muy pesar de Ares será porque el sistema funciona.
Seguidamente Nerea volvió a increpar a Juan y dijo que hay que poner
los pies sobre la tierra y puesto que en la facultad de Ciencias de
la Economía y la Empresa de la Universidad de Murcia, la del gusto
por lo arquitectónico; hay una cátedra dedicada a la empresa
familiar; podrían preguntarles, ¿no?. Sólo el sincero amor de
David hacia Nerea podía entender sus días de cambio.
Anoche estuvimos hablando de nosotros y acordamos que un
interventor no puede pensar, pues ejecutar una acción mecánica no
es equivalente al hecho de comprender lo que se está haciendo. Por
consiguiente, los interventores son personas que piensan sin la más
mínima idea de biología, luego hablan de forma abstracta, sin base
real. No obstante me incitan cierta simpatía por la destreza en sus
experimentos mentales – dijo David quien había conseguido sosegar
a Nerea.
Ginés tomó el mando de la conversación y arguyo que
en el sur de la Región de Murcia hay hambre porque aún quedan
gavilanes que prenden a los orgullosos americanos, los machos de las
gallinas. De ese modo las ensaladas se hacen corrientemente ensaladas
rusas, patata y a correr hacia la roca.
A Juan no le agrada en absoluto que se hablen de los
temas concretos abstractamente e ilustró la columna vertebral del
problema del agua para todos, la del poder y no querer. En tono grave
dijo: El ser político no muta puesto que el resultado entre el
problema del agua en España e Irlanda es la misma congoja. En
Irlanda piensan que se van a quedar sin agua por la contaminación y
aquí porque no hay. ¡Mira Juan! -interpuso Ginés- si la real
lengua española académicamente no se entiende ello se debe al hecho
de que estar es indignado.
Nerea había pasado la mañana leyendo un libro y al
recordarlo dijo que la sátira y la tragedia son los descendientes de
Patroclo, el de Aquiles. ¿Y no es eso inclinativo hacia lo
patriarcal? -preguntó David. Por supuesto querido David, el único
mal que puede hacer la mujer al hombre es apartarlo de su presencia.
Aquella misma mañana el can cerbero había hecho
confesar a Celio, el hijo del abuelo del melón: me encanta que me
llamen melonero pero me jode que me digan melón. David quiso
tranquilizar a Nerea y actuó haciéndole entender que lo de tener el
cuello blanco es una tradición y ahora que ha conseguido permiso de
trabajo en Senegal no va a vender la dignidad.
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