Corren días inciertos para la economía de la Unión Europea. Los países bálticos se desangran, después de una fulgurante carrera de privatizaciones y un espectacular crecimiento macroeconómico, las prácticas especulativas tocaron techo más o menos al mismo tiempo que en el resto del mundo y las cifras empezaron a caer en picado, eso sí, si el crecimiento apenas repercutió en la gente de a pie, las medidas de reajuste frente a la caída la atacan directamente. Grecia es harina de otro costal, es miembro de la Unión Europea desde 1981 y forma parte de la llamada eurozona, las agencias internacionales de evaluación de deuda (las mismas que dijeron que las hipotecas basura eran un negocio seguro), entidades privadas que pueden poner en la picota a economías semiperiféricas como la griega o la española (por más que nos creyéramos lo de ser la octava potencia mundial), bajaron la calificación de su deuda a BBB+ (esto quiere decir que cuando Grecia saca bonos de deuda al mercado internacional de capitales tiene que ofrecer un interés mucho más alto que cualquier otro país europeo, intereses a los que en realidad no podrá hacer frente con su ritmo de crecimiento, so pena de quedarse sin financiación). Resultado, en uno de los países con un mayor movimiento de izquierdas, capacidad de movilización e históricamente más refractario a las reformas neoliberales, la Unión Europea toma las riendas de la economía, algo que a nadie le parece una atentado contra la democracia pues hace tiempo que se asumió la “despolitización” de la economía, y anunciando que no será menos estricto de lo que lo sería el FMI empieza exigiendo la drástica reducción del déficit público, para empezar de más del 12% al 8% en un año, los recorte salariales y de políticas públicas ya están en marcha auspiciados por el socialdemócrata Papandreu.
Y pareciera que estas medidas “de excepción” son un modo de disciplinar a economías como la española y la portuguesa, el aviso ha sido claro y directo a la línea de flotación de la economía financiera (o tal vez de ficción) española, hace unos meses una de las agencias de evaluación de deuda nos bajó la calificación, fue el primer toque de atención, durante la semana pasada los rumores sobre la deuda española hicieron que se disparasen sus intereses y la bolsa tocase fondo, un ataque menos simbólico que el infringido colocando a Zapatero junto a Grecia y Letonia en Davos. Un mensaje casi amenazante de cara a la reconfiguración de la división internacional del trabajo (que es en lo que quedará esa famosa refundación del capitalismo). Para confirmar esto llegaron el premio nobel de economía Paul Krugman, el comisario Almunia (¿será esta su venganza? ¿o es sólo una pieza más del puzzle?) o el economista jefe del FMI Olivier Blanchard anunciando que para recuperar competitividad tendríamos que bajar los salarios, recortar el gasto público y reducir las “rigideces” no salariales de nuestra economía. La apresurada respuesta del gobierno español a estos mensajes no necesita comentarios y muestra la eficacia de la violencia real y simbólica que el capitalismo internacional ejerce.
¿A dónde nos lleva esto? Desde luego es cierto que nuestra situación no es comparable con la de Grecia, por eso nuestra economía no está directamente intervenida, la presión y el control indirecto de los organismos que representan los intereses de los grandes capitales es suficiente, pero con la que nos puede caer, me gustaría contar con la capacidad de movilización y lucha de los movimientos políticos griegos.
P.S. Ayer la actualidad nos regaló un triste ejemplo de cómo la historia se repite y donde hubo tragedia pone comedia (no menos trágica, la verdad), Letonia en su aún alocada carrera privatizadora sacó a subasta un lote que venía a significar la venta de un pueblo abandonado que no hace tanto fue una base de radares, primero soviética y luego rusa, en un país donde muchos rusohablantes no tienen la nacionalidad por negarse a hacer un examen de historia y lengua letona y viven en un limbo legal, sabéis quien ha comprado el pueblo… Pues sí, efectivamente, una empresa Rusa. La otra cara de esta historia es Cuba, allí, al sur de La Habana existía una ciudad parecida a la letona, una antigua base de radares soviéticos que el gobierno de Putin decidió desmantelar y que el socialismo cubano contraviniendo las más elementales normas económicas y humanitarias no sólo no sacó a la venta al mejor postor, sino que la transformó en una gran Universidad de Ciencias Informáticas.
Y pareciera que estas medidas “de excepción” son un modo de disciplinar a economías como la española y la portuguesa, el aviso ha sido claro y directo a la línea de flotación de la economía financiera (o tal vez de ficción) española, hace unos meses una de las agencias de evaluación de deuda nos bajó la calificación, fue el primer toque de atención, durante la semana pasada los rumores sobre la deuda española hicieron que se disparasen sus intereses y la bolsa tocase fondo, un ataque menos simbólico que el infringido colocando a Zapatero junto a Grecia y Letonia en Davos. Un mensaje casi amenazante de cara a la reconfiguración de la división internacional del trabajo (que es en lo que quedará esa famosa refundación del capitalismo). Para confirmar esto llegaron el premio nobel de economía Paul Krugman, el comisario Almunia (¿será esta su venganza? ¿o es sólo una pieza más del puzzle?) o el economista jefe del FMI Olivier Blanchard anunciando que para recuperar competitividad tendríamos que bajar los salarios, recortar el gasto público y reducir las “rigideces” no salariales de nuestra economía. La apresurada respuesta del gobierno español a estos mensajes no necesita comentarios y muestra la eficacia de la violencia real y simbólica que el capitalismo internacional ejerce.
¿A dónde nos lleva esto? Desde luego es cierto que nuestra situación no es comparable con la de Grecia, por eso nuestra economía no está directamente intervenida, la presión y el control indirecto de los organismos que representan los intereses de los grandes capitales es suficiente, pero con la que nos puede caer, me gustaría contar con la capacidad de movilización y lucha de los movimientos políticos griegos.
P.S. Ayer la actualidad nos regaló un triste ejemplo de cómo la historia se repite y donde hubo tragedia pone comedia (no menos trágica, la verdad), Letonia en su aún alocada carrera privatizadora sacó a subasta un lote que venía a significar la venta de un pueblo abandonado que no hace tanto fue una base de radares, primero soviética y luego rusa, en un país donde muchos rusohablantes no tienen la nacionalidad por negarse a hacer un examen de historia y lengua letona y viven en un limbo legal, sabéis quien ha comprado el pueblo… Pues sí, efectivamente, una empresa Rusa. La otra cara de esta historia es Cuba, allí, al sur de La Habana existía una ciudad parecida a la letona, una antigua base de radares soviéticos que el gobierno de Putin decidió desmantelar y que el socialismo cubano contraviniendo las más elementales normas económicas y humanitarias no sólo no sacó a la venta al mejor postor, sino que la transformó en una gran Universidad de Ciencias Informáticas.
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