Escucha Guillermo, estoy buscando un libro de Freud que
dejé hace unos días en este armario y no lo veo. ¡Buenos días
gatusín, llevas durmiendo toda la mañana! Ciertamente, y ya habrás
comprobado lo que es el calor de hoya murciano, llega el mes de los
caracoles y tienes que salir tocando hacia la zona costera donde el
céfiro vespertino al menos te permite tener la esperanza de coger el
sueño antes de la madrugada. ¡Bah! Esto no es nada, allí en mi
tierra el céfiro vespertino trae mensajes de los más eufóricos
ardores de la tierra, lo cual aprovechamos para hacer una feria y
comer caracoles en salsa.
Guillermo era un estudiante de derecho oriundo de un
pueblecito cercano a Córdoba conocido como Espejo, había arribado a
Murcia buscando fortuna en una reputada facultad de derecho como es
la de la Merced. Dentro de su equipaje se había traído todo su
repertorio de rimas vociferantes que tan útiles le fueron para hacer
de la ciudad de Murcia su nuevo hogar.
Tras unos segundos observando la actividad de los
mosquitos en los ángulos de la techumbre de pasillos y habitaciones;
regresó al salón reflexionando acerca de la conveniencia del orden
como esperanza de cambio. El torrente vociferante de arte andaluz que
le acompañaba desde que salió de la ducha se había enfriado con el
aspecto desaliñado de Ginés buscando el libro en el también
desaliñado salón. De ese modo se acomodó con su café en el sofá
y se aclimato a la impavidez matutina de las mañanas murcianas.
Seguidamente, con el objeto de retomar la conversación preguntó; ¿Y
qué libro es ese que buscas? Pues uno de Freud que dejé aquí
-respondió Ginés-, es un libro grande de tapas rojas y creo que se
titula “Lo de Freud no era un chiste”.
Ja ja ja, ¡Ginés! ¿Pero, cómo va ha escribir Freud
un libro que se titule así? Bueno, el caso es que el libro estaba
aquí y ya no está, se ha perdido como todo lo que traigo a este
piso.
¡Estos filósofos tienen unas cosas...! -dijo Guillermo
entre dientes-. En ese mismo instante el timbre sonó y como siempre
que sucede tal cosa en un piso de estudiantes, la fortaleza se pone
en guardia.
Juan fue a abrir la puerta y Nerea entró acompañada de
David. Una vez en el salón Guillermo los recibió con los brazos
abiertos y sus labios dibujaron una holgada y ufana sonrisa que
denotaba la llegada de la alegría. ¡Vaya, vaya, con que era cierto,
ya sois oficialmente felices!
Muy cierto querido Guillermo, felices y en paz,
respondió David. Guillermo regresó con naturalidad al acomodaticio
respaldo del sillón y mientras los demás tomaban asiento dirigió a
Nerea unas palabras de cariñosa fraternidad. ¡Termináis los
exámenes y Eros os recompensa! Es encantador cuando el tiempo
encadena dulces y suaves chascarrillos tal cual si de una fuente
brotara alegría y esperanza con la presión propia del agua natural.
David se sintió alagado de súbito por la sincera
felicidad que entre los tres habían creado en un momento. Ginés se
acercó a la mesilla donde posó la bandeja con café leche y azúcar.
A partir de ahí cada uno tendría que salir a la caza de su propia
taza, no obstante esas batidas no podían ser fecundas sin
organización, así que quien poseía la información acerca de las
coordenadas de la posición en la que se encontraba una cucharilla
limpia, la comunicaba al aire y los demás le recompensaban
apartándolo de la ardua tarea de traer cinco tazas a la vez en sólo
dos manos. A partir de ese instante y tras un último gemido del
sofá, el resto del desayuno fluía amenizado por el tintineo de la
cucharilla contra las cinco tazas. Los sonidos eran de lo más
variados puesto que cinco manos con diferentes dimensiones musculares
y oseas, participaban activamente sirviéndose azúcar, percutiendo
con una misma cucharilla cinco tazas distintas. Así es como se crean
las relaciones de parentesco en este mundillo.
Nerea se sintió interesada por el desabrido aspecto de
Ginés e intuyó que sería causa del calor. Ginés les preguntó
acerca de los últimos acontecimientos y David presuroso respondió
que la noche anterior lo pasaron muy bien los dos en compañía de
Jesús, lo cual atrajo más aun el interés de Ginés quien decidido
preguntó, ¿y que hicisteis?
Primero fuimos a cenar y después en el teatro circo
donde vimos una de esas obras posmodernas que tanto le gustan a
Jesús, ¿y que tal? Bueno pues bien, yo sólo recuerdo a un histrión
que gritaba: ¡Por las mamas de Venus que me robáis la vida, a Dios
pongo por testigo que no soy un animal!
Conforme el tono de David aumentaba su intensidad, un
correlato rojizo hacía presencia en la tez de Nerea. Esto puede no
ser cierto porque en realidad las pupilas de Nerea, al igual que las
del resto de contertulios, aún se encontraban en fase matutina y
claro, ante la impresión vívida del recuerdo de la noche anterior
recién traído a colación por la figuración de David, los nervios
ópticos son comúnmente señalados como el origen del rubor.
Guillermo, el que ya llevaba un rato a la escucha,
interrumpió diciendo que ese arte requiere algún tipo de
adiestramiento para lograr su disfrute. Juan, quien ya se había
incorporado al desayuno, añadió que la cuestión estriba en
encontrarle el sentido a la historia y Ginés, quien todavía no
había abierto la boca desde que interpretó su pieza de percusión
con la cucharilla, preguntó; ¿y en que escenario se vociferaban
semejantes palabras? David explicó que eran amantes sentados frente
al mar, muy apasionados el uno del otro, pero con todo el peso que la
espada del tiempo supone para la pasión. Al fin todos lo comprendían
porque reían nerviosamente y Ginés arruinó tan importante
descubrimiento preguntando por el título de la obra. Al menos sabrás
eso -dijo a David con mirada insidiosa-, sí, se llamaba Espartaco...
Tras semejante desbarajuste en la coherencia del
momento, todos rieron a gusto y reorientaron la conversación hacia
asuntos de mayor relevancia: ¡Murcia que hermosa eres! -se escuchó
en tono carrasposo, desairado e irónico. ¡Pues sí! Se escuchó en
un tono desolado, hosco e impolítico. Todo esta patas arriba;
¡Inside out! Como el disco de Pink Floyd ¿qué disco? -preguntó
David-. Ese con el que sacaron un pasquín en el que aparecía una
forma piramidal color cristal, descomponiendo un rayo de luz en toda
su gama cromática. ¡Ah sí, ese que viste en tu casa irlandesa! Sí,
sí, ese, sentenció Juan.
“Inside out” es como decir que lo de dentro está
fuera ¿no? - preguntó Nerea-. Guillermo desperezando su alma
discurrió que lo importante es estar en cuerpo presente ante toda
circunstancia. La vida impone dificultades pero si te mantienes
agazapado cual leopardo, el animal más veloz de la selva, a la vez
que tranquilo como lo hace su rey, el león quien pasa las jornadas
en reposo, seguro de su futura presa; entonces, cuando llegue tu
verdadera oportunidad no habrá modo de que se te escape.
Juan estaba convencido de que Guillermo, además de ser
un tipo interesante, era buena persona. A pesar de ello replicó que
eso no tiene nada que ver con la realidad: “Si no, veamos que dicen
los periódicos, la Santa Biblia de la murcianía”. Mientras decía
estas palabras se abalanzó a por el diario y mostró al público con
aire taurino, el rostro serio del alcalde de Murcia en portada. El
gesto de don Miguel Ángel, en realidad era serio y dejaba insinuar
una vida de plena dedicación a su trabajo, sus dedos habían hecho
las veces de escalafetas capaces de suspender el contenedor de los
asuntos importantes que pasaban a ser procesados por sus labios, los
cuales operaban como encanciadores militantes de botellas de vino
decoradas con dibujitos rupestres.
Nerea no podía entender en modo alguno que personas
honradas que poseen un estatus social digno, sean capaces de
dedicarse a evitar que los demás también lo logren. Guillermo
consiguió consolarla explicándole que si se quiere se puede, que
nuestra civilización posee instituciones, conocimientos y
experiencia más que suficiente para lograr el deseado orden. Lo más
importante es que la honestidad en nuestra vida pública sea rotunda.
Las explicaciones morales no sirven de nada. ¡Puesto que todo tiene
solución, actuemos! -exclamó Guillermo-. Y en lo que concierne a la
cuestión del empleo, debemos seguir insistiendo en nuestra dignidad.
Hay quienes dicen que los jóvenes no trabajamos y en realidad lo que
sucede es que no vamos a cavar nuestra propia fosa. Pero eso son
habladurías, ya lo he dicho antes, somos los más veloces de la
selva, esperemos y después actuemos.
Juan
volvió a interrumpir a Guillermo y dijo que eso es un subterfugio
muy apropiado pero, ¡mira a lo que nos enfrentamos! - dijo
levantando la voz-. Juan mostró una de las páginas centrales donde
aparece la entrevista impertinente que el can cerbero de Murcia
realiza a las grandes personalidades. Nerea observó la imagen y
efectivamente vio el escenario de un estudio de radio en el que un
señor vestido de ocasión entrevista a otro con traje de corbata que
decía que era alcalde de Las Torres de Cotillas, médico y que le
gustaba la diabetes, el colesterol y la hipertensión. A Ginés nada
más que el imaginarse el sintetizar los trazos del mensaje con los
de las personalidades en una idea, le producía una inevitable
voluntad de leer a Sartre, pero se calmaba pensando que ya era muy
mayor para eso. Lo importante es comprender que para elevar la
igualdad a la posición que se merece hay que tener una mano diestra
agarrando los medios de producción y difusión, y una genial mano
siniestra aguardando el momento de la traición.
No lo entiendo dijo Nerea riendo divertidamente. Pues
sí, interpuso Juan, que este es el can cerbero y estos los diablos
¿quiénes? Pues los que van ahí... Vamos a ver, este señor
periodista tiene un perímetro de cuello de 120.0, eso lo puede
certificar cualquier neumólogo. Y no hace falta que explique la
etimología de este término ¿no? No, no, no, no..., se escuchó en
toda la sala. Ahora bien -prosiguió Juan- si tiene semejante
perímetro, aunque en la foto sólo se observa una, podría sustentar
tres cabezas. Sí, sí y ese gaznate es lo suficientemente amplio
como para conjugar semejante trinidad con un solo cuerpo- añadió
Ginés quien comenzaba a divertirse-.
Un profundo interés motivó a Guillermo a reflexionar
acerca de la realidad, dijo así: Es cierto, Tim Burton dice que en
realidad Goethe no está muerto y que Fausto nunca existió. ¿Qué
Goethe? - retumbó en la sala- ¿Qué Goethe? -respondió Juan
irónicamente-. Pues el que posaba de espaldas frente al abismo
apoyado en su bastón y con un sombrero de copa en el cuadro. ¡Ah!
-retumbó en la sala-. El otro día estuve con un vertiginoso obrero
que me contó que hace chapucillas en una apacible casa en la costa y
el dueño es el señor Burton, él se lo dijo. ¿Pero le dijo el qué?
Retumbó en la sala. Pues que no existe eso de las biblias, las
alegorías, dios, satán, etc., que en realidad es posible vivir
durante siglos tal y como lo hacemos nosotros y por lo visto el
payaso del macdonalds llamado Mefistófeles, pues provoca esa
diabetes, colesterol e hipertensión que defienden nuestros alcaldes
tal y como reza en sus páginas centrales el diario La Verdad de
Murcia de hoy Domingo 17 de Junio de 2012.
Y entonces, ¡que hace Goethe! -preguntó Nerea con
entusiasmo- Pues lo que puede, rellenar datos optimizar conocimientos
y dar vueltas y vueltas para que le crean. ¡Ah! Y cómo lo hace,
pues como todo el mundo, trabajando, escrutando las posibilidades
racionales de las cuales disponemos en cada momento presente, e
incluso intentar influir en quienes les rodean.
Pero claro, Goethe solo cobra 3.000 euros al mes y el
payaso Mefistófeles, también conocido como el que tiene el dinero,
pues tiene mucho dinero y medios para influir en las personas tal y
como lo hacía el inexistente Apolo, el que daña de lejos. Ginés,
quien había interrumpido con estas palabras, estaba realmente
interesado en la conversación así que cayó y devolvió la palabra
a Juan.
¡Hasta aquí podríamos llegar! -interrumpió Nerea-.
Yo soy la gran Nerea y voy a pronunciar la conclusión de la Santa
Biblia de hoy que en realidad es la contraportada del Diario La
Verdad de Murcia de hoy Domingo 17 de Junio de 2012. ¡Ah, lo del
loco ese! hmhmhm... y que dice... ¿qué dice? se ha manchado con el
café. Bueno. No pasa nada porque lo recuerdo, habla de un
funambulista que pone su vida encima de un cable, que va a cruzar el
vacío enmarcado por las cataratas del Níágara y que como ha
trabajado mucho en escenarios similares en la otra orilla le están
esperando.
Post scriptum: Todo esto sucedió ayer Domingo
17 de Junio pero no se conoce a nadie que lo viera.
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