Son las 7:45 en la parada de Úrgel, en el Metro de Madrid. Poco habituado a los madrugones después de las vacaciones. Sólo la mala leche que llevo encima es superior a la empanada mental que me inunda. Llega el tren y me siento. Enfrente un ecuatoriano conversa con una compatriota. Algunas de las frases que les escuche se me quedaron grabadas:
-"Pues sí, la cosa esta dura". "Y es que no hay trabajo". "Gracias a Dios yo tengo ya los papeles hace tres años". "Sí, sí, ya le avisaron del embargo". "Menos mal que no me compré una casa. Ayer hable con un amigo que está desesperado. Se quedó sin trabajo y ya debe cuatro letras del piso. Fue al banco, y le dijeron que se quedaba sin piso y que aún debía 45.000 euros, además de lo que había pagado". "Y no que dicen que no hay dinero para pagar el paro. ¿Cómo es posible?. Hay Dios mío, que locura". "Con 600 euros de paro, ¿dime tú que se puede hacer con 600 euros?. 350 para el piso, el abono transportes y algo para comer".
En Gran Vía ya me bajaba. También la ecuatoriana de la conversación que se despidió amablemente de su recio amigo.
-"Pues sí, la cosa está dura"
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