Desde que comenzó la penúltima ofensiva neoliberal que usó a Grecia como cabeza de turco (“ojo –dijo la oligarquía financiera- esto os puede pasar a todos”), el PSOE ha dado una lección de doblez política. Su discurso no ha dejado de ser social, de usar los derechos sociales y de los más débiles como coartada, pero sus acciones –las medidas socioeconómicas que dibujan un futuro gris y de sometimiento a los empresarios y los poderes económicos- han recibido el beneplácito del FMI (cabeza más identificable de la oligarquía financiera) y han merecido más de una palmadita en la espalda de nuestro presidente que como sus antecesores empieza a sentirse reconocido como estadista internacional.
A pesar de esto aún escucho demasiado a menudo, entre militantes y votantes del PSOE las consignas oficiales, usadas como un mantra, o el socorrido “no le queda más remedio”. Esta expresión es la que realmente me preocupa, si no le queda más remedio es que hemos admitido que vivimos bajo la dictadura de los mercados y en lugar de mostrar rechazo, rebeldía o al menos enfado, en vez de pensar en el modo de desembarazarnos de semejante ataque a nuestra democracia, ¿lo aceptamos?
Esta forma de actuar de Zapatero y el PSOE demuestra lo que muchos ya sabéis, que nunca fueron de izquierdas, de serlo hubiesen actuado como si hubiese miles de alternativas (esa es la lucha contra el pensamiento único) o ante la imposibilidad de hacerlo hubiesen hablado con claridad al país y hubiesen dimitido.
De hacer caso a El País –que siempre está dispuesto a echar una mano progresista- tenemos que creer que “El PSOE dificulta las causas del despido en el último momento”. La aprobación parlamentaria de la reforma laboral ha dejado un texto (aún empeorable en el senado) realmente espeluznante, el despido objetivo podrá justificarse "en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos, que puedan afectar a su viabilidad o a su capacidad de mantener el volumen de empleo". Una empresa con beneficios podrá acogerse al despido de veinte días, con ocho pagados por el estado, es decir, con un costo para la empresa de doce días (los mismos que para los contratos temporales). Y debemos agradecer que esta redacción final sea mucho más progresista que la anterior que contemplaba que “las empresas pudieran rescindir los contratos no solo cuando tuvieran pérdidas, sino cuando cayeran sus ganancias o tuvieran "falta persistente" de liquidez”. Pero no debemos agradecérselo al PSOE, sino al PNV, que hace tiempo que está a la izquierda del PSOE, con quien se ha pactado esta enmienda para asegurar su abstención.
Desgraciadamente esta es sólo la más llamativa de las medidas de reforma del mercado laboral, lo realmente preocupante son las facilidades que los empresarios tendrán para desvincularse de los convenios colectivos y la perdida de efectividad de esta figura ya de por sí poco eficaz para asegurar los derechos laborales.
La utopía neoliberal está un poco más cerca. El paro es el “coco” que a todos asusta, las hipotecas la mordaza y las cadenas. Todos seremos libres para negociar individualmente nuestros contratos, nos comportaremos como buenos chicos para ser clase media endeudada, suficientemente asfixiados como para no protestar por injusticias cercanas o lejanas. Le agradeceremos al patrón su generosidad y seremos buenos demócratas votando una vez a A y otra a A´.
Vosotros veréis que hacéis el 29 de septiembre…
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