
Los reyes se quejan amargamente de que en Gaza no les quieren nada, les tratan mal y hasta, a veces, con desdén y poco respeto. Ellos venga dar regalos, portarse bien, construirles un muro para que se lamenten cuando no tengan que comer y ellos se lo agradecen con malas caras, malos humos y hasta insultos. En fin, ellos sabrán.
Por suerte, los reyes, los judíos, no son tan maltratados por otros pueblos. El principe Obama, por ejemplo, es muy buen amigo de ellos, no se queja si reparten carbón a mansalva y con su silencio y "laissez faire, laissez passer" ellos trabajan mucho más a gusto, a su aire. Pacificando por donde pasan. Prometiendo carbón y más carbón para los peligrosos teroristas.
La verdad es que es una lástima que los paalestinos sean tan desagradecidos y tan poco razonables, menos mal que en Occidente siempre estamos con los buenos, mejor dicho, elegimos quién son los buenos. Y claro, en este caso los buenos son los Reyes, los judíos, los que reparten carbón indiscriminadamente, para niños, mujeres y hombres.
¿O no Hermann Tertsch (lean su magnífica Tercera en ABC el día 29 de diciembre -valiente hijo de puta- titulada El Derecho de Israel)?. Su artículo me ha sugerido una solución para el terrorismo etarra, ponemos una muralla alrededor del País Vasco, seleccionamos objetivos: militantes de cualquier partido que no condene atentados terroristas, algún ertzaintza dudoso, algunos de PNV o de EA que no nos mole. Después con diligencia y tratando de seleccionar bien y no equivocarse mucho los vamos masacrando. Ya verás que rápido acabamos con el terrorismo. Después, suavitos, suavitos, verás como se calman y comienzan a razonar de una forma civilizada (porque Herman afirma que la nuestra es la única civilización existente), y el odio, ¿a que sí Hermann?, desaparece simultaneamente.
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