Y Dios entró en La Habana, de Manuel Vázquez Montalbán.
Siempre que Don Juan Pedro (Kojuelo para los enemigos) y yo paseamos por la cuesta de Moyano el se suele quejar de mi suerte. La verdad es que las piezas más suculentas las suelo cazar yo: novelas de Maigret, algún Sherlock Holmes y sobre todo le suelo llevar la delantera en la joya de la corona, Carvalho. Esta última vez no fue así. Tan sólo un instante, tan sólo haber movido la cabeza un segundo antes hubiera sido suficiente para que la presa hubiera caído en mis redes. No se trataba de cualquier pieza, era una de las más valoradas. Ni más ni menos que todo un M. Vázquez Montalbán y de los gordos. No se trataba de un Carvalho cualquiera sino de todo un ensayo que don Manuel se había currado con motivo de la visita del Papa a Cuba. Mi suerte fue que pieza tan suculenta ya había sido degustada por el Kojuelo (este golpe de fortuna ya le convierte en mi enemigo) y ahora se encuentra en mis manos. La estoy disfrutando y por supuesto la recomiendo para todo aquel que quiera saber alguna verdad entre el océano de mentiras que se dicen de Cuba. Sin concesiones pero, y esto es lo novedoso con Cuba, sin mentir. El Buchón (Rául para los enemigos) seguro que también ha leído esta maravilla y espero que se digne a contarnos algo sobre ella. Se me ocurren otras cosas que decir sobre el libro pero voy a esperar a terminarlo. Es curioso, este domingo pasado, el domingo siguiente a que el Kojuelo y yo rescatáramos este libro de los tenderetes de Moyano, apareció un extracto del mismo en El País Semanal. Por lo tanto, quien no se fíe de mi buen juicio (haría muy bien) puede echarle un vistazo y a lo mejor se decide.
Para acabar quería decir que me parece muy interesante introducir en este blog a un personaje como Vázquez Montalbán. Desde mi punto de vista su prematura muerte dejó huérfano al pensamiento crítico de izquierdas y este aún no ha sabido sustituirlo. Lo bueno es que nos quedan sus libros y eso no es poca cosa.
Siempre que Don Juan Pedro (Kojuelo para los enemigos) y yo paseamos por la cuesta de Moyano el se suele quejar de mi suerte. La verdad es que las piezas más suculentas las suelo cazar yo: novelas de Maigret, algún Sherlock Holmes y sobre todo le suelo llevar la delantera en la joya de la corona, Carvalho. Esta última vez no fue así. Tan sólo un instante, tan sólo haber movido la cabeza un segundo antes hubiera sido suficiente para que la presa hubiera caído en mis redes. No se trataba de cualquier pieza, era una de las más valoradas. Ni más ni menos que todo un M. Vázquez Montalbán y de los gordos. No se trataba de un Carvalho cualquiera sino de todo un ensayo que don Manuel se había currado con motivo de la visita del Papa a Cuba. Mi suerte fue que pieza tan suculenta ya había sido degustada por el Kojuelo (este golpe de fortuna ya le convierte en mi enemigo) y ahora se encuentra en mis manos. La estoy disfrutando y por supuesto la recomiendo para todo aquel que quiera saber alguna verdad entre el océano de mentiras que se dicen de Cuba. Sin concesiones pero, y esto es lo novedoso con Cuba, sin mentir. El Buchón (Rául para los enemigos) seguro que también ha leído esta maravilla y espero que se digne a contarnos algo sobre ella. Se me ocurren otras cosas que decir sobre el libro pero voy a esperar a terminarlo. Es curioso, este domingo pasado, el domingo siguiente a que el Kojuelo y yo rescatáramos este libro de los tenderetes de Moyano, apareció un extracto del mismo en El País Semanal. Por lo tanto, quien no se fíe de mi buen juicio (haría muy bien) puede echarle un vistazo y a lo mejor se decide.
Para acabar quería decir que me parece muy interesante introducir en este blog a un personaje como Vázquez Montalbán. Desde mi punto de vista su prematura muerte dejó huérfano al pensamiento crítico de izquierdas y este aún no ha sabido sustituirlo. Lo bueno es que nos quedan sus libros y eso no es poca cosa.
Lorca
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