La inocente música de la intimidación
(Traducción)
Según las informaciones procedentes del ejército americano, la inestabilidad se apodera paulatinamente de Jalababad, dónde los combates entre las tropas de la O.N.U y los talibanes se han hecho mucho más frecuentes, dejando una docena de muertos en los últimos enfrentamientos. Los talibanes llevan a cabo una efectiva acción de intimidación en la zona, para exigir el apoyo financiero y atraer a los jóvenes desvalidos a su lado.
De un tiempo a esta parte, los clientes de la galería comercial subterránea sita en el centro de Jalalabad – al este de Afganistán- debían soportar no solamente los olores nauseabundos, el calor y la humedad sino también el pop procedente de Bollywood difundido a todo volumen por un bazar que se encuentra en una de las arterias más animadas de la ciudad. A día de hoy, sin embargo, esa música ha desaparecido por completo, al igual que todos los puestos ambulantes que llevaban a cabo un activo comercio de CDs y DVDs. La gente teme que los talibanes, para quienes la música se opone frontalmente a la religión, no vean con malos ojos las costumbres musicales extendidas en la ciudad.
Los altavoces fijados al muro de la última tienda de música, han sido arrancados y los escaparates, en los cuales se exhibían los discos de música india y occidental, ahora están completamente vacíos. El propietario del bazar nos ha dado órdenes de vaciar todo y apagar la música, explica Ahmed Baryalai, el joven de 25 años que regenta un comercio dedicado a la música desde hace ocho años, teme un atentado. El propietario tenía, en efecto, buenas razones para mostrarse prudente. A principios de julio una bomba fue colocada en la calle, entre las escaleras que descienden al bazar y un puesto de policía. No era más que un aviso. Los daños ocasionados fueron, con todo, mucho más importantes en el comercio vecino, Millie Music. La fachada principal fue hecha añicos por una bomba colocada en plena noche, sin duda para evitar un mayor número de víctimas. Entre los restos se hallaron una serie de advertencias escritas amenazando con graves sanciones a los comercios de música si no cesaban su actividad de inmediato.Asimismo, siete magazines han sido saqueados durante los últimos dos meses mientras que otros tantos han echado el cerrojo. La inestabilidad también se extiende rápidamente en otras tres distritos cercanos, según los informes de seguridad. Las fuerzas americanas han intentado contrarrestar las ventajas obtenidas por los talibanes en Khogyani y Sherzad, dos distritos del sureste con una creciente inestabilidad. La O.T.A.N admitió que una de sus acciones causó la muerte de doce personas en la region de Khawazakhyl, dónde se pensaba que los insurgentes se escondían. Nadie hizo, sin embargo, ninguna mención a las críticas elevadas por el gobernador de Khogyani aduciendo que los disparos de un helicoptero habían causado la muerte de ocho miembros de su familia. Siguiendo el modelo familiar de infiltranción talibán, registrado por los servicios de inteligencia estadounidenses en otras partes del país, la policía carece del poder suficiente para prevenir a la población de las amenzas talibanes en Nangahar - cuya capital de provincia es Jalababad- con la intención de demandar la ayuda financiera de las poblaciones asi como el alistamiento de los jóvenes para las batallas. Un oficial estadounidense recientemente se preocupaba porque Nangahar estaba a punto de ser perdida. Cuando preguntamos si semejante escenario sería posible, Haji Mohammad Aman Khairi, cabecilla de una tribu local, simplemente respondío, los talibanes ya están en las puertas de Jalababad.
De un tiempo a esta parte, los clientes de la galería comercial subterránea sita en el centro de Jalalabad – al este de Afganistán- debían soportar no solamente los olores nauseabundos, el calor y la humedad sino también el pop procedente de Bollywood difundido a todo volumen por un bazar que se encuentra en una de las arterias más animadas de la ciudad. A día de hoy, sin embargo, esa música ha desaparecido por completo, al igual que todos los puestos ambulantes que llevaban a cabo un activo comercio de CDs y DVDs. La gente teme que los talibanes, para quienes la música se opone frontalmente a la religión, no vean con malos ojos las costumbres musicales extendidas en la ciudad.
Los altavoces fijados al muro de la última tienda de música, han sido arrancados y los escaparates, en los cuales se exhibían los discos de música india y occidental, ahora están completamente vacíos. El propietario del bazar nos ha dado órdenes de vaciar todo y apagar la música, explica Ahmed Baryalai, el joven de 25 años que regenta un comercio dedicado a la música desde hace ocho años, teme un atentado. El propietario tenía, en efecto, buenas razones para mostrarse prudente. A principios de julio una bomba fue colocada en la calle, entre las escaleras que descienden al bazar y un puesto de policía. No era más que un aviso. Los daños ocasionados fueron, con todo, mucho más importantes en el comercio vecino, Millie Music. La fachada principal fue hecha añicos por una bomba colocada en plena noche, sin duda para evitar un mayor número de víctimas. Entre los restos se hallaron una serie de advertencias escritas amenazando con graves sanciones a los comercios de música si no cesaban su actividad de inmediato.Asimismo, siete magazines han sido saqueados durante los últimos dos meses mientras que otros tantos han echado el cerrojo. La inestabilidad también se extiende rápidamente en otras tres distritos cercanos, según los informes de seguridad. Las fuerzas americanas han intentado contrarrestar las ventajas obtenidas por los talibanes en Khogyani y Sherzad, dos distritos del sureste con una creciente inestabilidad. La O.T.A.N admitió que una de sus acciones causó la muerte de doce personas en la region de Khawazakhyl, dónde se pensaba que los insurgentes se escondían. Nadie hizo, sin embargo, ninguna mención a las críticas elevadas por el gobernador de Khogyani aduciendo que los disparos de un helicoptero habían causado la muerte de ocho miembros de su familia. Siguiendo el modelo familiar de infiltranción talibán, registrado por los servicios de inteligencia estadounidenses en otras partes del país, la policía carece del poder suficiente para prevenir a la población de las amenzas talibanes en Nangahar - cuya capital de provincia es Jalababad- con la intención de demandar la ayuda financiera de las poblaciones asi como el alistamiento de los jóvenes para las batallas. Un oficial estadounidense recientemente se preocupaba porque Nangahar estaba a punto de ser perdida. Cuando preguntamos si semejante escenario sería posible, Haji Mohammad Aman Khairi, cabecilla de una tribu local, simplemente respondío, los talibanes ya están en las puertas de Jalababad.
La clausura de los comercios dedicados a la música en Jalababad es un signo preocupante de la creciente influencia de los talibanes sobre una de las ciudades más importantes del país. Hasta aquí, reputada por su seguridad, Jalababad ha conocido recientemente una ola de atentados con bombas y misiles sin anteriores precedentes. La ciudad ya había sido víctima en 2005 de un atentado que ocasionaría cinco heridos. Sin embargo, nunca antes había asistido a una serie de atentados semejantes, ni tan siquiera acaecidos en centros urbanos tan peligrosos como Kandahar. La única comparación posible puede ser efectuada con Peshawar, ciudad situada al otro lado de la frontera pakistaní, la cual es víctima, desde bastante tiempo atrás, de una violenta campaña de talibanización. En 2001 ninguna de las ciudades de Afganistán ha conseguido hacerle sombra a Jalababad en su feliz acogida de la caída o desaparición del poder talibán. Desde que las tropas americanas acabaron con el régimen islámico instaurado en el poder, los hombres se han afeitado sus luengas barbas, comprado y vendido televisores al tiempo que se han procurado los últimos éxitos musicales procedentes de la India y Pakistán, todo lo cual estaba expresamente vetado y prohibido bajo el gobierno talibán.
Pero, a día de hoy, un acusado malestar se apodera de la población, el gobierno no es capaz de protegernos, afirma Najibullah Zafar, encargado del Kabul Music Center, un comercio de Jalababad que ha sido asimismo víctima de una explosión, muchas personas se esfuerzan por permanecer al margen del conflicto, incluso nosotros mismos. Este enorme comercio, que también actuaba como una firma musical para lanzar y promover a los cantantes locales, fue gravamente dañada por una potente bomba colocada cerca de las escaleras exteriores. El propietario entendió el mensaje y su hijo, Najibullah Zafar, se ocupó de vaciar las estanterías donde se exhibían miles de cassetes para depositarlos en el almacén. No solamente los bazares de música son ahora una rareza, sino que algunos habitantes se que quejan de que los hombres, particularmente en las zonas menos seguras des distrito, se dejan crecer la barba para satisfacer la famosa obsesión de los talibanes por los hombres con un poblado vello facial. De hecho, ninguno de los vendedores de música entrevistados acusaría a los talibanes o cualesquiera otros protagonistas de los desperfectos ocasionados en sus comercios. Un portavoz de los talibanes ha negado por su parte toda implicación en los atentados. Por otro lado, observadores internacionales instalados en Jalababad desde hace varios años, están convencidos de la responsabilidad de los insurgentes es una manera inteligente de mostrar su poder, de evidenciar que ellos pueden hacer todo lo que les venga en gana, declaraba uno de ellos. Los atentados contra los comercios de música han caído como un jarro de agua fría sobre la populación. Farid, propietario de un restaurante que vende "snacks" y bebidas energéticas, ha llegado incluso a desmontar su televisor, debido a las bombas, explica. El restaurante se encuentra a 50 metros del comercio regentado por Farooq Pasha, un antiguo actor y amante del taekwondo que vendía CDs y DVDs desde la mañana a la tarde. Este último relata que apenas seis semanas atrás dos hombres, uno de ellos armados con una pistola, llegaron en moto y amenazaron a su sobrino que en esos momentos se ocupaba del comercio. Desde entonces ha hecho desaparecer el letrero dónde se anunciaba la venta de CDs así cómo todos los DVDs del expositor, no a abriendo la tienda más que durante unas cuantas horas al cabo del día. Los CDs de música hindú y occidental con los embalajes más llamativos han sido relegados a un estante colocado en el fondo del establecimiento y medio disimulado por una cortina. Los clientes deben andar a escondidas para hacerse con un disco de Shakira o los Vengaboys, quisiera desprenderme de todo esto cuanto antes, comenta señalando una pila de CDs amontonados contra la pared, después dejaré el país.
Pero, a día de hoy, un acusado malestar se apodera de la población, el gobierno no es capaz de protegernos, afirma Najibullah Zafar, encargado del Kabul Music Center, un comercio de Jalababad que ha sido asimismo víctima de una explosión, muchas personas se esfuerzan por permanecer al margen del conflicto, incluso nosotros mismos. Este enorme comercio, que también actuaba como una firma musical para lanzar y promover a los cantantes locales, fue gravamente dañada por una potente bomba colocada cerca de las escaleras exteriores. El propietario entendió el mensaje y su hijo, Najibullah Zafar, se ocupó de vaciar las estanterías donde se exhibían miles de cassetes para depositarlos en el almacén. No solamente los bazares de música son ahora una rareza, sino que algunos habitantes se que quejan de que los hombres, particularmente en las zonas menos seguras des distrito, se dejan crecer la barba para satisfacer la famosa obsesión de los talibanes por los hombres con un poblado vello facial. De hecho, ninguno de los vendedores de música entrevistados acusaría a los talibanes o cualesquiera otros protagonistas de los desperfectos ocasionados en sus comercios. Un portavoz de los talibanes ha negado por su parte toda implicación en los atentados. Por otro lado, observadores internacionales instalados en Jalababad desde hace varios años, están convencidos de la responsabilidad de los insurgentes es una manera inteligente de mostrar su poder, de evidenciar que ellos pueden hacer todo lo que les venga en gana, declaraba uno de ellos. Los atentados contra los comercios de música han caído como un jarro de agua fría sobre la populación. Farid, propietario de un restaurante que vende "snacks" y bebidas energéticas, ha llegado incluso a desmontar su televisor, debido a las bombas, explica. El restaurante se encuentra a 50 metros del comercio regentado por Farooq Pasha, un antiguo actor y amante del taekwondo que vendía CDs y DVDs desde la mañana a la tarde. Este último relata que apenas seis semanas atrás dos hombres, uno de ellos armados con una pistola, llegaron en moto y amenazaron a su sobrino que en esos momentos se ocupaba del comercio. Desde entonces ha hecho desaparecer el letrero dónde se anunciaba la venta de CDs así cómo todos los DVDs del expositor, no a abriendo la tienda más que durante unas cuantas horas al cabo del día. Los CDs de música hindú y occidental con los embalajes más llamativos han sido relegados a un estante colocado en el fondo del establecimiento y medio disimulado por una cortina. Los clientes deben andar a escondidas para hacerse con un disco de Shakira o los Vengaboys, quisiera desprenderme de todo esto cuanto antes, comenta señalando una pila de CDs amontonados contra la pared, después dejaré el país.
Jon Boone, The Guardian, Londres
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